Espíritu Anarquista.
Abandonado el hogar, en el medio de la tristeza y la ahogada verdad, aguardaban dos perlas dentro de la desolada cabaña y encubríanse con frio de la justicia mentirosa, del peso de los miedos y los temblores junto con explosiones provenientes de la ambción; del fuego infernal que devoraba sin sentido ni piedad a la naturaleza. En las joyas se encontraba el espíritu anarquista, herdedado por la aislación desarrollada en los años en el interior de las almejas, éstas observaban siempre de reojo la oscuridad del océano y pensaban con tristeza en la inevitable marea que borraría los incontables esfuerzos por salir de su verdadero hogar: Las entrañas del mar.
La marea, los peces, las lluvias y los tifones controlaban la débil voluntad de las almejas que volaban de un lado a otro en las profundidades del océano en veces atadas por algas marinas y en otras ocasiones peligrando de insaciables depredadores. La influencia de fuerzas mayores y el poco control con el que contaban sus corazas provocó que una red engañosa les atrapase atrayéndolas con la promesa de luz que se encontraba en la superficie. Acataron las almejas las órdenes de las redes aquéllas sin questionar las leyes superiores, sin resistencia alguna fueron lentamente alzadas hasta la misteriosa nave con las demás almejas que igual se encontraban cegadas por los rayos del sol. Parecían las almejas convulsionar de miedo al secarse y al escurrir por las redes el agua al llegar a tan anhelada superficie, más las perlas dentro de éstas seguían desarrollándose por la minúscula entrada de arena después del viaje.
Fueron separadas, lavadas y puestas en distintas cajas con destinación a varios proveedores alrededor de las áreas; llevadas a lugares donde los nutrientes del mar secarían y donde las perlas dentro decaerían y dejarían de brillar celestialmente, fueron desterradas vilmente de las aguas. Entregadas fueron un par a un viejo comerciante de la ciudad que, por retener la estabilidad de un negocio, provocaba el desequilibrio total del mar al robar de las entrañas del corazón de éste una parte vital para la existencia saludable: La presencia de nuevas corazas, con nuevo brillo peroloso dentro. Devorado fue el manjar proveniente de las almejas y abandonadas estuvieron las perlas después de eliminada su fuente de vida. Dentro de la cabaña, puestas en el sillón opacas, sin vida ya yacían en el vacío que provocaba la necesidad de vida, la necesidad del hogar; forzadas a vivir a donde la soledad y la tristeza renacía de nuevo. Eran las ataduras de la depresión más poderosas que las algas de las profundidades.
No hubo movimiento alguno, ya que la vida por inercia era mucho más sencilla que la racional, que una llevada con justicia, que una basada en verdadera libertad. Derrumbóse la cabaña del comerciante, por llamaradas furiosas más no por el deseo de las perlas, si no por la misma naturaleza, la única verdadera proveedora de justicia entre la ambisión humana y el sentido común. El anarquismo de las joyas vaya, era una vaga ilusión proveniente de la frustración al permitir que la inercia fuera más poderosa que la propia voluntad. Quemadas fueron las perlas junto con la injusticia y la irracionalidad de su existencia. Al día siguiente, había llegado al muelle de la ciudad una nueva embarcación, se escuchó el eco de la voz del viejo comerciante: ''ya llegaron más ostras...!''
-Geo
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
que bonito
Post a Comment